Las llamas arrinconan uno de los humedales más grandes de Sudamérica
4 min readEl fuego arrasa con todo a su paso en la provincia argentina de Corrientes, en el noreste del país. En poco más de un mes, las llamas han devorado más de medio millón de hectáreas, en su mayoría áreas productivas y de pastos, que representan casi el 6% de la superficie provincial, según un informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Los incendios, aún fuera de control, han causado pérdidas de al menos 25.000 millones de pesos (unos 223 millones de dólares) a productores agrícolas, forestales y ganaderos. A su vez, han supuesto un duro golpe para el turismo: la mitad de las puertas de entrada a los Esteros del Iberá, el humedal más grande de Argentina y uno de los más importantes de Sudamérica, están cerradas y la rica biodiversidad de este ecosistema está amenazada.
“Nunca habíamos experimentado algo así. Hay días que amanecemos cubiertos de ceniza y con tanto humo que no podemos respirar”, dice por teléfono Yésica Gómez, de la empresa de turismo Iberá kayaks, desde la localidad de Loreto, en el norte de la provincia. “Hay turistas que viajaron muchos kilómetros para ver los Esteros y no pueden entrar, pero para los productores es peor. Perdieron todos sus años de trabajo en cuestión de minutos”, añade Gómez.
Las mayores pérdidas económicas tienen que ver con las plantaciones forestales, una de las principales fuentes de ingresos de Corrientes. Requieren inversiones a largo plazo, por lo menos 20 años, hasta que los árboles crezcan y puedan talarse para talarlos. Los pinos y eucaliptos necesitan mucha agua, por eso las plantaciones de estas exóticas especies rodean gran parte de los Esteros del Iberá, un inmenso humedal de 12.000 kilómetros cuadrados que combina áreas protegidas estatales con terrenos en manos privadas.
Cerca de 1.300 bomberos voluntarios trabajan para tratar de controlar los incendios, ayudados por brigadistas, aviones hidrantes y helicópteros. Pero la sequía histórica en la región está ayudando a que las llamas se propaguen rápidamente en lugar de extinguirse. Este fin de semana, el fuego se acercó a un hotel y a un grupo de viviendas de Villa Olivari, que tuvieron que ser evacuadas. “Sofocamos un fuego y se encienden otros”, lamentó el jefe de Operaciones de la Defensa Civil en Corrientes, Orlando Bertoni.
“Aquí siempre tuvimos agua. Hubo sequías pero nunca como ahora, todo está seco menos algunos riachuelos o lagunas”, cuenta la guía turística Alejandra Boloqui desde una reserva natural cercana a Ituizangó. “Los estuarios son similares a una tundra. Las raíces normalmente están cubiertas por agua, flores y tierra. Ahora no hay agua y el fuego queda bajo tierra, no se puede apagar. Te desvías aquí y cuando sube la temperatura reaparece el fuego a cinco o diez metros”, detalla.
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La recuperación de los pastizales es rápida, no así la de las plantaciones industriales y menos aún la de los bosques nativos. Los incendios también han afectado gravemente a la fauna autóctona y se agravarán con el paso de los meses, según Boloqui: “El ciclo reproductivo de los peces es en verano y como casi no hay agua, no se reproducían, por lo que la los caimanes no tendrán comida. Los caimanes están tratando de moverse hacia donde todavía hay agua y ya están muy flacos”.
El Gobierno argentino ha enviado equipos para combatir los incendios y ha anunciado un anticipo de 200 millones de pesos (1,7 millones de dólares) en ayuda tras declarar la emergencia agrícola en la región. El pronóstico es desolador: no se esperan lluvias durante toda la semana y los termómetros volverán a superar los 35 grados.
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