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En un pueblo que lleva el nombre de Franco, España lucha por superar el pasado fascista

Por supuesto, fue difícil no hacerlo. Las familias de colonos que llegaron a Llanos a partir de 1955 no tenían casi nada; habían sufrido la extrema escasez de la «década del cambio» de los años cuarenta. Una vez en Llanos, y después de años de trabajo inimaginable, muchos comenzaron a ver mejoras. Sin embargo, esto no sucedió gracias a una política franquista específica. La mejora general de la economía fue en gran parte responsable de esto.

No olvidemos que a partir de 1957, los llamados tecnócratas de Obra de dios tomó las riendas del gobierno de Franco. Están en el origen de los “planes de desarrollo” que abandonan las ambiciones autárquicas de la posguerra. También hay que considerar la forma en que la España rural se vio profundamente afectada por la emigración masiva en los años sesenta, del campo a las zonas industriales (Madrid, Levante, Cataluña y País Vasco) o al exterior (Bélgica, Francia, Suiza, Alemania). El historiador Isidro Sánchez lo explica muy bien en la película y aporta mucha información sobre su enorme “coste social”.

Al mismo tiempo, las fuerzas antifranquistas y el sindicato Comisiones Obreras iban ganando terreno, por lo que sus demandas salariales ya no podían ser ignoradas. Tras las reformas del plan de desarrollo, la Falange tenía cada vez menos influencia y menos puestos de poder en el gobierno. Sin embargo, el Ministerio de Agricultura, del que dependía el Instituto Nacional de Colonización, permaneció en manos de la Falange hasta el final del franquismo.

Un entrevistado dijo que vivir en la colonia era como trabajar en un «campo de concentración». Los pobladores fueron sometidos a órdenes arbitrarias, inspecciones constantes, dianas impuestas, despidos sumarios por infracciones leves, horas extraordinarias impagas y las parcelas menos fértiles cuando debían sembrar las parcelas más fértiles, fértiles que los “supervisores” del Instituto se guardaban para sí.