noviembre 15, 2024

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En los Andes de América del Sur, los agricultores oraron por lluvia para aliviar la sequía

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Tihuanacu, Bolivia, 11 de noviembre. 25 (Reuters) – En lo alto de los Andes bolivianos, el agricultor Alberto Quispe tiene una cosa en mente: la lluvia.

En el campo de Tihuanacu, 100 kilómetros (62 millas) al suroeste de la ciudad montañosa de La Paz, los lugareños dicen que un tercer La Niña consecutivo ha traído poca lluvia esta temporada en medio de una estación seca en la región andina.

“Cuando levantemos nuestras manos, debemos perdonar nuestros pecados y pedir lluvia para nuestras cosechas, porque no hay agua en los campos para nosotros y para el ganado”, dijo Quisbe mientras subía las montañas. La gente de la comunidad debe orar por lluvia.

Alrededor de Bolivia, varias regiones han declarado estado de emergencia debido a la sequía, que el Servicio Meteorológico e Hidrológico Nacional de Bolivia espera que dure hasta 2023, cuando se espera que la intensidad de La Niña disminuya. Los cultivos en Bolivia y Argentina, Paraguay y Perú se han visto afectados por la sequía.

Guispe y otros escalaron la montaña Loco Iloco con su pastor misionero, arrodillándose y levantando las manos al cielo, orando a Dios y a las deidades locales indígenas aymaras de la montaña, o Achachilas, para que llueva.

En la frontera boliviana con Perú, la situación es similar.

“El sol está quemando, es demasiado fuerte, ya no podemos caminar, el calor es aún peor en el campo, no tenemos agua”, dijo Rosa Sarmiento de Desacuteiro, Perú. Lago Titicaca.

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“Toda la gente está muy preocupada”.

En la región andina, la sequía de los últimos años ha provocado la caída de los niveles de los embalses en lugares como Chile y ha provocado el retroceso de importantes glaciares. La sequía ha afectado cultivos como el trigo y la soja, principal productor de cereales este año en Argentina.

En el pueblo de Zapana Jayuma en Bolivia, los campos secos muestran signos claros de daño por calor.

“La tierra está tan seca que no podemos sembrar papa, haba o ñame”, dijo Cecilia Arugiba, administradora comunitaria de la zona.

“El calor es tan fuerte y abrasador que no lo aguantamos, así que vamos todos donde está la sombra porque el calor es muy intenso”.

(Esta historia ha sido reescrita para corregir un error tipográfico en el último párrafo)

Informe de Mónica Machigao; Escrito por Adam Jordan; Editado por Josie Gao

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